¿Cuáles son las causas de un quiste tirogloso?

La tiroidea es una glándula con forma de mariposa situada en la parte delantera inferior de su cuello. Durante el desarrollo fetal, las células tiroideas tienen que bajar por un paso llamado conducto tirogloso para llegar a su destino final en el cuello. Ese conducto debe desaparecer antes del nacimiento. Si permanece, es posible que se llene de líquido y moco. Eso se conoce como quiste tirogloso.

Síntomas de un quiste tirogloso

Un quiste tirogloso puede causar un bulto redondo en su cuello que se ve, se palpa, o se ve y se palpa. Puede ser tan pequeño como de una pulgada o menos (1 a 2 cm) o tan grande como 3.9 pulgadas (10 cm). Es posible que se mueva cuando usted traga o saca su lengua. Si el quiste se infecta, puede causar enrojecimiento, hinchazón, dolor, sensibilidad o supuración. En algunos casos, un quiste puede causar problemas para respirar o tragar.

Tratamiento de un quiste tirogloso

• El tratamiento más frecuente es la cirugía. Si el quiste se infecta, usted necesitará tomar primero antibióticos para curar la infección. El cirujano extrae el quiste durante la operación y también quita todo lo que reste del conducto tirogloso. Además, el cirujano quita parte del hueso hioides. Ese hueso pequeño está ubicado en el cuello, cerca de la glándula tiroidea. Si se encuentran, se quitan todos los conductos sinusales. Estos son pasos anormales que conectan el quiste con la superficie de la piel. También es posible que el cirujano quite tejido tiroideo anormal.

• Si no se puede extraer el quiste con cirugía, tal vez a usted le hagan un tratamiento de escleroterapia con etanol. Durante este tratamiento, el proveedor de atención médica inyecta alcohol dentro del quiste.

Posibles complicaciones de un quiste tirogloso

Es posible que este tipo de quiste se agrande. También se puede infectar y causar síntomas. En casos poco frecuentes, un quiste puede tener células cancerosas.

Llame enseguida a su proveedor de atención médica si tiene alguno de los siguientes síntomas:

• Fiebre de 100.4° F (38° C) o más, o según le hayan indicado

• Aumento del dolor, el enrojecimiento, el calor, la inflamación o la supuración en cualquier sitio de incisión o inyección si se recibió tratamiento

• Síntomas nuevos

• Continuidad o empeoramiento de los síntomas aun después de recibir tratamiento